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Editoriales

miércoles 26 octubre 2011 72 Vistas

Los Dueños del Modelo


Por Dante López Foresi

Evidentemente no nos equivocamos. Cuando en Junio de 2008 decidimos desde EL VIGIA publicar un artículo titulado “Cristina ¿Si o No?”, aún a sabiendas de que al definirnos en favor de un proyecto suramericano con fuerte participación estatal, nos estábamos cerrando las puertas de centenares de fuentes de empleo, ya que aún muy pocas manos concentran más del 80 por ciento de las licencias de medios de comunicación en Argentina. No nos equivocamos.

En los momentos en los cuales el odio y la intolerancia mostraban de una manera más descarnada sus colmillos, supimos que el resultado de esa pugna de intereses iba a ser positivo para nuestra sociedad. Los pueblos no se suicidan. Hasta en la ciudad de Buenos Aires, donde Mauricio Macri obtuvo un rotundo triunfo en su reelección como Jefe de Gobierno, ésta vez ganó Cristina.

En la provincia de Hermes Binner, ganó Cristina. Pero, lo que consideramos más relevante, es que en la confianza y el afecto de más de la mitad de los argentinos, ganó Cristina. Y en el resto que no la votó, también ganó Cristina. En éste caso, ganó respeto. Pocas horas después de su triunfo, Barack Obamale pedía una reunión a la Presidente de los argentinos. Inédito, aunque no insólito en el contexto internacional. Ya nadie discute el carácter de estadista de la presidente reelecta de Argentina.

Hay dos cosas difícilmente irrefutables que quedaron como conclusión de las elecciones del 23 de Octubre. Cristina Fernández de Kirchner es indiscutible, como lo es su rol de estadista, en momentos en que el mundo tambalea. Y también es indiscutible que la mentira, en periodismo, no sólo es violencia y causa repugnancia, sino que, además, no es negocio. El discurso del odio quizás haya obtenido apenas unas décimas más que los votos en blanco.

El resto de la sociedad votó reflexivamente. Le demostró a los “iluminados” de la prensa argentina que en la decisión soberana no influyó ni el fanatismo enceguecedor de los neo-convencidos, ni el odio pestilente de los que consideran que las noticias, el ánimo de la gente y hasta el país mismo, son un fenomenal negocio y una mercancía manipulable.

El triunfo aplastante de gobernadores e intendentes no hubiera sido posible sin una conducción firme y notable del Estado por parte de Cristina Fernández y la preexistencia de un proyecto nacional claro y bien comunicado. No se trata de cooptación de voluntades de mandatarios provinciales y comunales mediante el uso discrecional de fondos públicos por parte del poder central, como quisieron hacer creer los profetas del odio y la mentira. Cada gobernador, cada intendente o cada legislador, comprendieron que ésta vez no existe una mera “administración nacional”, sino un proyecto de país con fuerte contenido de políticas públicas y gestión que perdurarán en el tiempo. Y nadie, inteligentemente, quiso sacar “los pies del plato”. Las sociedades no se suicidan, y los políticos no son tontos, salvo excepciones notables.

Esta criatura fue parida en Mar del Plata allá por 2005, cuando América del Sur (nuestra tierra) le dijo no al tratado de libre comercio denominado ALCA, que le hubiese servido a George Bush para detener un proceso de independencia regional, que poco a poco sigue fraguando hasta poseer una solidez inédita en la historia. Y tres nombres propios son los padres de este Modelo: Néstor Kirchner, Lula da Silva y Hugo Chávez. Presidentes con amplio apoyo popular y, en el caso de Chávez, electo en más de 16 comicios.

Así como dijimos que gobernadores e intendentes sólo podían contar con el favor popular porque existe un gobierno nacional que los contiene y que revaloriza la política, tampoco Cristina hubiese podido triunfar tan ampliamente sin una solidez regional que nos hace sentir cada día más claramente, que las fronteras geográficas entre países suramericanos se desdibujan, sin por ello perder identidad nacional.

Lo que viene

En éste artículo quisimos ponerle nombres y apellidos a los dueños del modelo. Néstor, Lula y Chávez. Pero sería una simplificación indigna de un análisis que merece más respeto, pues lo que está en juego son, nada menos, que los sueños de nuestros ancestros y próceres y el futuro de nuestros hijos.

La irrupción juvenil en la militancia activa y el compromiso hasta de los adolescentes con lo que pasa en sus países son, a mi juicio, la base sobre la cual se puede asegurar que este proceso de cambio y solidez regional no tiene marcha atrás por varias décadas, en una hipótesis de mínima.

Y ese protagonismo juvenil trasciende los límites suramericanos. La aparición de “los indignados” en Europa y Estados Unidos es un fenómeno que tendremos que seguir muy de cerca para entender el momento actual del planeta y las convulsiones terminales del capitalismo salvaje. En esas regiones, los jóvenes alzan su voz contra sus gobiernos y contra las recetas que los argentinos debimos padecer hasta con derramamiento de sangre y capitulación de proyectos personales y colectivos, hace tan sólo una década.

Como dato revelador, en nuestro continente, el único gobierno que es enfrentado con movilizaciones colmadas de contenido y sentido, es el de Sebastián Piñera en Chile ¿Qué le reclaman? Nada más, ni nada menos que educación pública gratuita. En el resto de los países suramericanos, los jóvenes apoyan mayoritariamente a sus gobiernos. Y los que, como en Argentina, simpatizan con otras fuerzas políticas, demuestran que los discursos descalificantes son potestad exclusiva de los viejos y, en algunos casos, vetustos dirigentes súper estructurales. Pero el recambio generacional está en marcha, y es inevitable.

Por eso, alertamos que, a los enemigos tradicionales que Cristina debió enfrentar durante todo su mandato y que se negaban a entregar sus posiciones de privilegio económico, defendiéndose de manera corporativa y haciéndole la vida imposible a una mujer que gobierna el país, le deberemos sumar la resistencia de sectores políticos, económicos, sociales, mediáticos, sindicales y tantísimos otros, a abandonar sus sillones para darle paso a las nuevas generaciones que deben continuar la construcción. Incluso desde sectores que gritan “Fuerza Cristina” a viva voz.

Bendito sea el Pueblo argentino que supo darle el poder suficiente a Cristina Fernández como para salir airosa de los embates que, inevitablemente llegarán, desde las mezquindades y ambiciones personales y sectoriales.

Debemos comprender que, en la etapa regional que estamos viviendo, tan apasionante por cierto, cuando el pueblo se expresa en las urnas, no sólo está indicándole un camino a sus gobernantes, sino al conjunto social en su totalidad. Y las pruebas están a la vista: ningún periodista podrá ejercer su oficio como lo hacía durante el menemato o destilando resentimiento como en debates puntuales que involucran al Estado como protagonista ocurridos durante los últimos 4 años. Pero también cada argentino deberá replantearse su vínculo personal con los demás: ya no más odio, discriminación, prejuicios ni soberbia.

En lo estrictamente nacional, está bastante claro que se harán cada vez más nítidos dos proyectos de país. El jefe de la oposición se llama Mauricio Macri, por más que Binner se resista a aceptarlo. En algún momento, el médico santafecino tendrá que comprender que salir segundo a 40 puntos del primero, no lo convierte automáticamente en líder sino, simplemente, en segundo.

Aunque esta nota editorial parezca idealista, utópica y hasta ingenua, está escrita por un hombre de 48 años que se asume argentino antes que periodista. Una anécdota basta y sobra para terminar de comprender que las utopías son posibles. Cuando Gabriel Mariotto le llevó para su firma el proyecto de Ley de Medios a la Presidente, Cristina lo leyó, se quedó en silencio unos minutos con su lapicera entre los dedos, y finalmente dijo: “Sé que es imposible, pero alguien tiene que hacerlo”.

Como mensaje final, apelo a la memoria. Durante la dictadura, por los medios monopólicos, hoy agonizantes, se emitía una propaganda “anti-subversiva”. Desde nuestro televisor, radio o diarios, se nos hacía una pregunta: “¿Sabe dónde está su hijo en éste momento?”. Se nos instaba a alejar a nuestros hijos de “las malas compañías” que hacían política.

Hoy, desde EL VIGÍA le sugerimos que se preocupe si su hijo no participa de algún debate con amigos, no milita en alguna fuerza política o, durante la sobremesa, no expone con pasión sus ideas.

Los adultos logramos devolverles sus espacios de libertad. Ahora a ellos les toca la dura tarea de darle sentido profundo a nuestras propias vidas. Tienen recursos para hacerlo, saben que pueden, se sienten acompañados y escuchados por una sociedad con información cada vez más horizontal y tienen una tierra que los contienen: Suramérica.

La batalla cultural para terminar con las estructuras perimidas de la política, el sindicalismo y el periodismo, entre otros, entra en su etapa final. Para el que no tenga esperanzas, a pesar de las evidencias, mi conmiseración y pena.

Para quienes quisieron descalificarnos con rótulos mediocres y no lo lograron, los seguimos esperando con los brazos abiertos de la decencia. Mensaje que extendemos “para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”. ¿Le resulta familiar esta frase?

Desde EL VIGÍA nos comprometemos a no utilizar más nuestros espacios para referirnos a Clarín ni para los escribas del odio, salvo que sea inevitable y en casos muy puntuales. No permitiremos que nos sigan imponiendo sus agendas temerarias. Tenemos cosas mucho más importantes a las cuales dedicarles nuestro tiempo y nuestro esfuerzo: Usted.

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