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Editoriales

jueves 2 julio 2009 72 Vistas

Los próceres de mañana


Por Dante López Foresi

¿Usted se puso a pensar seriamente en nuestros próceres de mañana? Tal vez la escasa presencia de testigos desapasionados haya hecho que hoy nuestros hijos aprendan que hubo hombres (casi todos hombres, sino todos) que hicieron grande e independiente nuestra Nación. Así...con mayúsculas. No había plumas que pudieran relatar la verdad. O quienes lo hicieron a lo largo dos siglos pusieron más énfasis en la prosa que en el concepto, que no siempre se llevan de maravillas.

No es mi intención ponerme a criticar gratuitamente a hombres (pro-hombres los llaman los historiadores) como Sarmiento, Rosas, San Martín o Moreno.

Pero lo que sí me animo a decir es que o no fueron tan pro- hombres, o quienes los sucedieron destrozaron puntillosamente cada construcción moral y ética de nuestro país, a la luz de los resultados que hoy padecemos. Ese análisis se lo dejo a Usted. Después de todo un prócer sólo es prócer si alguien lo siente prócer y no discute que lo sea. Pero lo invito a hacer un pequeño ejercicio de imaginación.

La manera de distinguir a hombres a los cuales puede calificarse como próceres, es poniendo sus nombres en calles, avenidas, plazas o estampando su siempre mejorada versión física en billetes que a menudo devaluamos. Ubiquémonos mentalmente por un momento en el año 3010, por ejemplo ¿Se imagina Usted la Avenida de Mayo rebautizada como Avenida Carlos Saúl Menem? ¿O a la calle Sarmiento renombrada como calle Fernando De La Rúa? Imagine pues en este ejercicio lúdico donde hacemos historia con nuestro presente utilizando los mismos parámetros de análisis que nuestros antecesores en eso de revisar el pasado, a la Plaza Dorrego con un enorme cartel que la identifique como Plaza Domingo Felipe Cavallo. O el Paseo de los Inmigrantes rebautizado como Paseo de los Piqueteros. O un billete de $20 con el rostro de Julio Cobos.

Ni que hablar de nuestro Parque Rivadavia pasando a llamarse Parque Macri. O el Puente Pueyrredón llamándose Puente Ernestina de Noble. Nuestros bisnietos flirteando y quedando en encontrarse para tomar un café en el bar que estará ubicado en la esquina de Duhalde y Alsogaray. Ni hablar de los centros turísticos que rebautizarán si es que no nos concentramos en enseñar como corresponde nuestra historia. La playa Rodríguez Saá, justo al lado del Lobo Marino o el Parque de diversiones de Tigre que bien se puede denominar Parque Isabelita, para darle una tonalidad fonética infantil. Y para homenajear a la prensa libre de principios de siglo XXI, bien podríamos tener nuestra Plazoleta Majul.

Insisto que no es mi intención derrumbar mitos y leyendas y menos mancillar el honor de los fundadores de la Patria, según la versión escolar de todo el siglo XX. Pero hete aquí que en algún momento tendremos que revisar nuevamente nuestra historia, y sería una demostración demasiado humillante no agregar nombres y apellidos a los que ya están escritos en los manuales. No desespere. Aún nos queda la esperanza de hacer lo mismo que Sócrates. Escribir de nuevo nuestra historia, pero no dejar rastro alguno de ella en ningún CD-Rom o Pen Drive. O bien, y mucho más sencillo, elegir mejor a la hora de votar o admirar a ciertos personajes de nuestra modernidad.

Lo invito a evaluar este breve comentario y preguntarse qué es lo que nos sucedió ¿Tanto nos mintieron en la escuela o tan distintos son los actuales pichones de próceres como para que nos espantemos con semejante posibilidad futurista? Si es así, la involución de los argentinos merece un tratamiento urgente. Si la que es cierta es la primera opción...también...

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